Una merienda culposa, llena de nutrientes y calorías que me hicieran sentir mejor por haber faltado a Canto (aunque hubiera tenido una clase de más ayer), por haber salido anoche, por haber caminado y bailado -entre otras cosas- con sólo pizza y cerveza en el estómago a modo desayuno, almuerzo y colación deportiva, todo a la vez. Un día de encuentros no demasiado planeados.
Un día raro, tras una noche rara. Cuando llevábamos poco tiempo despiertos, me miró a los ojos (cosa que casi nunca hace con nadie) y dijo:
- Llegamos en cualquiera anoche.
- Vos sí, yo estaba bien pero cansada.
- Hablamos una banda.
- Sí.
- Yo lloré.
- Sí.
- Vos me limpiabas las lágrimas...
- ...a besos, sí. Tus lágrimas son ricas, saben a sal... y agua. Como las de todo el mundo.
- No sé, no voy probando lágrimas por la vida. (Me reí)
- Pero, ves? Podés llorar como todo el resto del mundo.
- Gracias por todo lo que hacés por mí... por escucharme tanto.
Yo iba a ir a Canto, en serio iba a ir... pero me quedé durmiendo al lado suyo. La médica me dijo que en la guerra que juego constantemente contra mí misma, sólo yo puedo perder, que la autoexigencia tiene que tener límites, que afloje un poco... y aflojé. Sólo por hoy, sólo por él.
Blackjack... con B de Bambi. Puede ser tierno como él solo. Toda su vida es una historia triste y tierna. No entiende cuando la gente llora por él. Yo me concentré en no llorar en ningún momento... el descargue tenía que ser suyo, no mío. Cuando terminó de hablar anoche, antes de quedarnos dormidos, le dije "Quiero que sepas siempre que vos tenías derecho a estar mal, y el mundo tenía la obligación de bancarte... aunque te hayan hecho creer lo contrario, aunque te hayan hecho sentir que vos tenías la obligación de portarte bien, y que el mundo tenía derecho a juzgarte.
Era al revés... era al revés." en alguna parte de eso quiso asentir, quiso dar algún ejemplo, quiso afirmar... pero no pudo, como yo no pude dejar de abrazarlo hasta que se durmiera, como no pude irme de su lado hoy. Su perra lo reconoce a media cuadra de distancia, y se desespera por alcanzarlo... y yo confío en los perros. Son bichos tan perceptivos... mucho más sensibles que cualquier humano. Ella sabe que vale la pena llegar hasta él.
La salida de anoche fue tan bizarra como toda fiesta de disfraces debe serlo. Arrancó con Histeria preguntándome qué hacía en su casa cuando llegué con los otros, con su particular tono de... histérico. Conocí a su hermano falso, como si fuera real. El chico lindo y mal vestido se debatía entre quedar bien con su novia, o quedarse conmigo. Hacía mucho no veía a Mr. Fate, pero lo sigo extrañando... lo quiero solo y sobrio, no somos tan nosotros entre tanta gente.
"¿Por qué entraste?" le dije a Histeria, sus amigos seguían afuera 'No sé...' y me miró fijo un rato... 'Ay, Paulina...' arrancó y me la vi venir: '...la concha de tu madre, Paulina.' me reí a carcajadas, conozco esa expresión, dicha en ese tono, sé lo que significa... (me la decías vos, cuando no dabas más, pero querías todavía tener resto para mantenerme lejos de tu mente y de tu ser), le dije que deje de maltratarme, pero todo gramo de histeria que venga de él hacia mí, en la forma que sea me divierte y me llama. Mc Hipster también estaba ahí... no tengo idea de por qué, la verdad, sé que no me saludó, pero me miró bastante:
Yo le acariciaba el pelo a B y le pedía que nos fuéramos de ahí, lo podía percibir mambonegreando entre mis brazos... insistía en quedarse, pero cuando llegamos a su casa me tiró "Gracias por sacarme de ahí. La estaba pasando mal." el reggaeton lo deprime como la cumbia a mí, pero igual bailó conmigo y me hizo sentir bien. Amo cuando los chicos bailan bien. Histeria llegó a ver si la novia de mi semidios malvestido nos vio juntos, pero cuando pregunté me dijo que era información confidencial y que si me lo decía me iba a tener que llevar, señaló las esposas que colgaban de su traje de policía... su propia novia ya andaba por ahí. Alice estaba más en Wonderland que nunca... Yo no sé.
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