viernes, 6 de septiembre de 2013

Yo ya no hablo de mi destino, tus ojos mil... ♪

No me hace falta ir a una plaza improbable, en horas improbables, para verte pasar con el auto por ahí, como te ven mis amigos cuando de golpe se me van las ganas de acompañarlos una noche cualquiera. No me hace falta que te pares a saludar estando con ella. ¿Para qué? 
Si total aparecés en tu auto a horas mucho más normales, justo por enfrente de mi casa, sin parar y estando solo. Salí por cinco minutos, CINCO. Papá estacionó el auto en doble fila en la vereda de casa, y me pidió que saliera porque quería darme un regalo: Destinología, de Tan Biónica, la banda con la que tanto te lloré, y ese nombre... y levanté la mirada del disco, por instinto, por imantación, por nada en especial, y justo en ese instante vos pasabas. 
Reconocí primero las luces, el modelo, el color del auto, y supe que ibas a ser vos antes de verte, tan, TAN lindo... busqué la patente para confirmar un poco más lo innegable, pero el semáforo seguía en verde, diez segundos después de percibirte, ya no estabas (¿qué no es siempre así?). 
Papá me habló todo ese tiempo, no tengo idea sobre qué.  Y volví a mirar el regalo: Destinología, mi karma es cada vez más obvio para burlarse de mí. 
Pensé en vos últimamente sobre todo porque se acercaba la única noche del año en la que tengo que verte forzosamente, un cumpleaños al que todavía no quiero dejar de ir aunque me duela un poco. Pero entonces el cumpleañero decidió hacer dos festejos diferentes, uno cuando yo puedo ir, otro cuando no, y en cuanto me lo dijo estuve segura hasta la médula de que no nos va a invitar al mismo. No porque crea que es mejor para mí, no porque crea que es mejor para vos... supongo que por celos reprimidos, de lo que fuiste y él no, de lo que tuvimos y él no, de lo que no quiere que volvamos a tener. Así que, cuando ninguna obligación moral me obliga a verte, el Universo, el Destino y el Karma se alinean para que no zafe... 

...para que no zafe de tener que verte, pero quitándome la posibilidad de hablarte. 
Ya. No es la primera vez que el Mundo me obliga a verte así, como una película muda sin final feliz y acelerada. Pero todavía no decido: 
¿Es mejor o peor para mi sistema nervioso cuando sólo te veo, o cuando escucho tu voz? 

Retrocedo como el tiempo, ¿cuánto queda para mí? Cuando vuelva del Inierno, tus ojos mil... ♪

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