Perros nuevos viviendo conmigo, que me recuerdan a los viejos que hace un rato no voy a ver.
Me dicen que soy buena en puntas, a la tercera clase, y el dolor insoportable se apaga por un momento. A la vuelta de esa clase me encuentro a esa minita (gran merecedora del término) bien de frente en la vereda, imposible desviar la mirada para no tener que saludarla. Odio la forma en la que habla: su agudísimo tono de voz infrahumano, y odio la forma en la que escucha: sus ojos transparentes predispuestos a juzgarme diga lo que diga. Sabiendo eso digo algo que la pueda herir, y que es absolutamente cierto: Que vengo de bailar clásico. Ella dice que viene del gimnasio, pero las dos sabemos muy bien lo que dichas actividades significan para cada una: Yo viviendo mi pasión y de paso modelando mi cuerpo todavía más, y ella, intentando zafar el verano (seguro deja de ir al mes). Y sé que en realidad no me desagradaría tanto verla si su sola presencia no me recordara tanto a Vos. Siempre que empiezo a ser feliz, el karma me recuerda que existís de alguna forma. De todos modos, ahora que sonrío y lo siento verdad al lado de él, realmente preferiría verla a ella todos los días a cruzarte por la calle una sola vez.
Y hablando de él, me pone en pedo un domingo a la noche, ¿podés creer?, el lunes al levantarme me quería morir... la segunda vez, estando sola. La primera no, la primera solamente quería que se atrasara el reloj y se quedara conmigo un rato más, así mirándome dormir aunque sabe que siempre me burlo de eso. Acariciándome el pelo, en absoluto contraste a la noche anterior, cuando no me quería tanto, pero le gustaba mucho.
"Me gustás TANTO... Nadie en el mundo me gusta tanto. No podés ser TAN sexy" y yo me reía. A veces la ropa interior puede ser tan incómoda y dolorosa como unas zapatillas de punta nuevas... pero igual de redituable. Nada en el mundo me gusta más que uno de mis chico emocionado hasta la inocencia por alguna de las cosas que hago con toda naturalidad (y que casi ninguna mina hace).
Y hablando de hacer cosas que no es normal hacer... Mi vieja se va prometiendo traerme chocolate y vuelve 3 hs después trayendo canelones. CANELONES! Hace 19 años que no me gustan los canelones, menos los que compró la otra vez, mis sobras quedaron en la heladera por dos semanas, pero ella trae 3 bandejas. Igual al día siguiente me compra sábanas, cubrecama, y chocolate importado. Me dice que le busque el mismo a mi hermana. Le digo que eso no es redimirse, pero me obliga. Igual me da plata para comprar comida vegetariana de la rica (ni muerta almuerzo canelones), y me doy por hecha. Pero al par de días me trae el libro nuevo de J. K. Rowling, sabiendo que lo ansiaba mucho mucho siendo muy muy pobre, la banco, eso sí es redención.
By the way maldita Rowling y su capacidad de mantenerme despierta y viciada escriba lo que escriba. Maldita Rowling y su capacidad de escribir sobre adolescentes de 16 años teniendo sexo drogados después de 7 libros de no haberle dado a Harry ni media alegría mientras se morían a su al rededor la mayoría de sus amigos y parientes. (Ya sé que la hubieran crucificado, pero lo tenía más asumido cuando creía que ella era más conservadora y virga sobre ciertos temas). No soporto a la gente que se queja de que The Casual Vacancy no sea Harry Potter... es como la gente que va al cine a ver Los Miserables y se queja de que los personajes canten. Pero es cierto que durante la mayor parte del tiempo que leo no puedo evitar preguntarme cuántos magos habrá ocultos en el pueblo de Pagford, o cuántos de ellos fueron a Hogwarts...
Ya que estoy en tema libros, conseguí 'El Silencio de los Inocentes', lo compré aunque la edición fuera feita, de esas que parecen de papel de diario. Y lo compré a pesar de que los capos de Clarín editan la 2da entrega en orden real de edición y la 3ra en el orden de la historia de una saga de cuatro libros, sin molestarse en hacer nada con los otros tres...
...Lo compré porque me gusta, y soy así de boluda e impulsiva con las cosas que me gustan.
También en este tiempo quise escribir sobre ese otro. A él también me lo encuentro seguido en las veredas, pero no intento evitarlo... por respeto a lo que alguna vez fuimos, tal vez. Me acuerdo de que, cuando me gustaba, con él fui más boluda e impulsiva que con varios.
La última vez que lo despedí se iba al dentista, le dije:
- Tratá de no sufrir mucho...
- ...yo? Jamás.
Y me quedé pensando en lo mucho que decían esas dos palabras sobre él. En lo tan ciertas y tan falsas que son al mismo tiempo.
Nunca dejo de recordar que fue él, entre todas las personas que podrían haberme conocido más, el que dijo la frase sobre mí más acertada que escuché en toda mi vida:
"A Paulina la lastimás una sola vez. Puede ser la amiga más leal del mundo, pero si la decepcionas, nunca da segundas oportunidades". Eso también es muy falso y muy cierto. Muchas veces doy segundas oportunidades, pero muy pocas las siento ciertas. Es difícil que yo crea que alguien puede mejorar. Hace unos años creía que la gente podía cambiar de hábitos y costumbres, de lugar y de gente, pero no de esencia. Creo que estaba equivocada. Hace algún tiempo también, me convencí con el pesimismo que suele caracterizarme sobre cuestiones existenciales, de que la gente puede cambiar por completo para peor, pero nunca para mejor. (Igual empiezo a creer que no siempre es así, ahora que Mr. Hollywood está aprendiendo a ser exactamente lo que siempre quise que fuera, conmigo, y con los demás también: Fiel a sí mismo y a cada uno de sus pensamientos y emociones, salga como salga).
Si, por algún motivo lo seguía respetando, era porque alguna vez lo admiré, y no admiro a casi nadie que conozca. Admiraba en él su entereza, sus principios, la forma en que, con 14 años y cara de alfajor bebé podía decirle que No a los que por poco no consideraba sus hermanos mayores. Lo admiraba, porque con su metro 60ypico en ascenso podía plantarse ante esos chicos altos y lindos que seducían a cualquiera, y a pesar de que él mismo en algún punto bastante visible los admiraba y quería, podía diferenciar con total autonomía lo que quería ser, de lo que no. A veces lo drogaban sin que se diera cuenta, al fin y al cabo, era su mascotita ingenua, y en esos casos él se divertía en vez de enojarse, no valía la pena.
Pero nunca lo hacía por elección... Ahora parece que probó de todo.
¿Dónde quedó el chico de las respuestas rápidas y ácidas, tan dignas de mí? Ese al que alguna vez, justamente Vos, le dijiste que te devolviera tu pelota, (solo porque sabías que me había besado y tu bronca era demasiada como para razonar como alguien de más de 10 años), y te respondió al vuelo: "¿Por qué todo lo que es tuyo termina entre mis piernas?"... Si fuera una mina con algo más de feminismo en el alma, me habría indignado... pero verlo correr por el patio para evitar que lo cagaran a piñas -como finalmente pasó- también valía más la pena que enojarme. Era un chico que hacía lo que quería, cuando quería, porque quería, pero estaba muy por encima de los drogadictos con vicios baratos, y lo sabía. Se sabía mejor que las drogas sociales, y que la gente mediocre que las consumía. Se sabía mejor que la gente que ahora llama amiga. Se sabía mejor que muchos... nunca supe si se sabía a mis ojos, mejor que casi nadie. No sé qué sabe que es ahora.
Sé que ya no le importa mi opinión en lo más mínimo, a mí, sobra decirlo, me resbala la suya.
Pero el chico que alguna vez enunció esa frase lo hizo con dolor, creyéndose arruinado a mis ojos, irremontable. Era mentira. En ese momento, si hubiera apostado a ser apenas un poquito mejor de lo que decidió ser entonces, yo me habría rendido al instante a volver a quererlo... (Por ese entonces mi relación con él era muy muy fuerte... pero apenas una sombra de la que tengo ahora con Mr. Fate). Ahora, aunque no tenga ningún motivo para pedírmela, si pienso en él no puedo evitar saber que no se merecería una segunda oportunidad mía... ni por lejos. Él menos que nadie, porque de él esperaba que llegara más lejos que cualquiera.
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