viernes, 23 de noviembre de 2012

When you've got to choose, every way you look at it you lose ♪

Lo que me preocupa es lo mucho que sabe a principio. Fue una visita igual que las 50mil que hubo antes, ¿Por qué esta tuvo que saber a principio? Todo aquel que haya padecido una relación amorosa supo en su momento disfrutar un principio. Ya por el final, cuando todo se está yendo al carajo y se derrumban uno a uno los pocos pilares que siguen sosteniendo a la pareja, a menudo pasa que ambas partes recuerdan con nostalgia esos primeros tiempos, y se desesperan por estar al lado de la misma persona y no poder revivirlos. 
Y yo... yo más que nadie amo los principios. Yo vivo de sensaciones, no de promesas. Cambio de estación como los vuelos internacionales. Me dejo llevar por mis emociones e impulsos mucho más de lo que respeto en caliente las decisiones que tras horas y horas de maquinación, tomé en frío. Me juego amistades tambaleantes por un beso copado. Cuando se me antoja algo, lo consigo y no me frenan las relaciones pasadas de nadie. Cuando se me antoja alguien, no me freno ni yo. Cuando mis antojos son casuales, ni siquiera hay grandes principios, lo que hay es histeria: Histeria, histeria, histeria, sacada de ganas, ganas, ganas, ganas... aburrimiento. Me aburro muy fácil de la gente que me gusta, y aún así tengo la insana costumbre de antojarme de las pocas personas cercanas de las que no me gustaría aburrirme, ni deshacerme: Es que también me gusta probar todo lo que no creo que me pueda hacer muy mal, y cuando llevo mucho tiempo creyendo conocer a alguien a veces razono que no lo conozco tanto como podría. Y entonces también hay histeria, y sacada de ganas, y ganas, y también hay salidas y risas y peleas y besos, y al final, también hay aburrimiento. Pero todo eso es parte de un juego. Es mi juego, y en mi juego siempre gano yo, porque yo pongo las reglas... Pero no siempre es así. A veces, pocas veces, me deje o no termino siendo parte de un juego más grande, de reglas inciertas y crueles. A veces me enamoro, y esas veces la peleo con pasión. Y a veces pierdo, pero solo después de haberme jugado absolutamente todas las fichas (hasta ahora, tarde o temprano, siempre perdí, aunque casi siempre me rendí unilateralmente). Yo solo pierdo después de haber añorado con bronca el principio. Las veces que amo (mierda), esas sí tienen principio. 
Sé reconocer un principio a esta altura, varias historias después. Sé que al principio hay histeria, pero histeria de la fuerte e imperturbable, de esa que no se cae a las dos salidas, sino que resiste a veces por meses. Es esa histeria divina que uno sufre y disfruta al mismo tiempo. Es la histeria que se sabe que tiene límite de caducidad cantado. Es la histeria que uno puede controlar. Porque al principio hay dos personas que se miden a cada paso, porque ninguna quiere ceder, porque las dos quieren ceder. Sé que al principio hay silencios cargados, miradas con hambre, roces casuales, desbarranques, vueltas a la realidad. Miles de mensajes de texto, y charlas continuadas por chat cuando el crédito no da más. A veces, incluso hay llamadas. Al principio no hay rutina. Sé que al principio todo resulta excitante y nuevo, y que uno elige con cuidado la ropa que se va a poner para ver a alguien que ya vio mil veces (a veces estando en las peores). Que todo es impredecible y que uno quiere acelerarlo, y al mismo tiempo, forzarlo a ser eterno.
El problema conmigo, "tantas historias después" es que también conozco, no tanto los finales (que sí los reconozco bien), si no lo que viene inmediatamente después de que termina el principio. Sé lo que la gente dice de mí. Sé lo que te van a decir a vos. Conozco ese eterno rumor de que no le soy fiel a nadie, (aunque le haya sido infiel a un novio una sola vez, cuatro años atrás). Sé que dicen que no me conformo con nada, (aunque muchas veces haya cedido y dejado pasar mil cosas para intentar conformarme en una inconformidad insalvable). Sé que muchos creen que soy un juguete a disposición de todos (aunque en verdad no esté a disposición de nadie con quien no quiera jugar yo). Sé que van a decir que me aburro de todos, que me voy a quedar sin amigos, que me voy a cagar en vos. Sé que dicen que soy una puta (porque casi ninguna tiene la seguridad en sí misma de apuntar alto y saber que va a acertar). Pero las masas de gente siempre hablaron y van a hablar desde su propia mediocridad e hipocresía, desde sus propios deseos reprimidos, desde su propia inseguridad.
A mí no me duele lo que puedan decir sobre mí. Lo que me duele de verdad, es lo que puedas llegar a creer. Porque hace 3 o 4 chicos que siento esa cautela recelosa, esa imposibilidad de jugársela del todo. Ese juicio callado pero no invisible. Esa puerta entreabierta con la predisposición para correr detrás de la primera idiota de cartón corrugado que pase caminando y sea más manejable en un mundo más rosa, pero también más gris. 
Y yo no quiero que vuelvan a jugar conmigo en vez de jugársela por mí. No quiero a otro chico que esté conmigo a medias, y que no me entregue nada. A mí que no me importa ser la 2da, 4ta o 7ma chica de uno que tampoco es el primero para mí, a mí que no me importa que haya 3ras ni 4tas, si la Primera soy yo, a mí sí me importa no ser la primera de alguien que sí está Primero en mi lista... de alguien por quien yo podría quemar todo el resto de la lista, y deshacer en cenizas los restos de papel. 
No me molesta que haya otras si estás vos, lo que me duele es que no estés vos porque hubo otros. Si me volviera a sentir tan en segundo plano, creo que podría volverme cínica del todo. Que podría retirarme únicamente al placer de las victorias cortas para evitar los fracasos largos. Y si te perdiera a vos... me perdería yo. Es tan difícil intentar proyectar qué quedaría de mí si te fueras vos porque sos parte de mí. Si hicieras cosas odiosas, querría contártelas a vos, y no podría. Tengo miedo. Eso me pasa. Creo que nunca tuve tanto miedo de perder a nadie. No me voy a aburrir de vos, eso lo sé muy bien... lo que no sé es si, con el tiempo, y con ayuda de unos cuantos susurros malintencionados, no te vas a aburrir de mí. 
Te quiero, y lo sabés -si restamos mamá y perros y a ella (que está al mismo nivel que vos)- más que a nadie. 
Sería la historia de amor más grande, eso lo sé. ¿No nos venimos amando vida tras vida? Pero no quiero amarte con grandeza si te voy a perder igual. Cuerpo y alma me piden a gritos que me deje llevar por ese principio, lo piden porque es mi esencia, yo juego, eso hago, y yo gano, y tal vez nada sería más divertido y perfecto que jugar con vos. Pero igual tengo miedo... porque aunque no sea tu intención desde ningún punto de vista, sé que si me lastimaras no habría nunca un dolor peor. 

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