miércoles, 7 de noviembre de 2012

Get up, get out, be what you are! ♪

Durante aproximadamente 5 años pensé que era imposible que pasara, y durante los últimos  5 días francamente también. Dí la vuelta al mundo para estar ahí, pero me lo había prometido sabiendo que si no cumplía no me lo iba a perdonar nunca, y ahí estaba... y ellos también. La prueba de sonido a telón cerrado fue tortura psicológica, tardaron media hora de reloj, y yo veía la sombra de la gorrita de Kalnoky y el corazón me funcionaba más rápido que el cerebro. Clavada inmediatamente después de la baranda que nos separaba del escenario, casi al medio, con una botella de agua y una remera de ellos, para que supieran que yo estaba ahí, que los había esperado y que no me iba a mover... que alguien al otro lado del mundo los conoce y los ama. Pensábamos que íbamos a ser muy pocos los que los conocieran, y aparentemente, ellos también... creo que puedo llevarme muchos recuerdos de ese recital, pero nada comparable a ver sus caras de feliz cumpleaños cuando el público empezó a corear los temas. Las trompetas, já, yo pensaba que no había tantos tarados que cantáramos trompetas. Los músicos se miraban entre ellos y no se la podían creer, y el cantante me miró a mí a los ojos, por lo menos 3 veces -puede que las tres miradas más felices de mi vida (?)-. Cuando se fueron les gritaron más que a cualquiera de las otras bandas, incluso más que a las más famosas que estaban teloneando, les cantamos todas las canciones cantables para que una banda salga a tocar otra vez, y no salieron. Forros. Sólo a mí se me ocurre ir a ver una banda soporte como si fuera la principal... Viajé 3hs de ida, 4 de vuelta, y un par más dentro de Bs. As., gasté al rededor de $600 por oírlos tocar una hora de reloj... lo volvería a hacer. Si volvieran mañana, los iría a ver mañana. Streetlight Manifesto es parte de mí, y -no pensé que fuera a decirlo, uno o dos años después de calmarme un poco-, el punk también. 

Ver a Anti-Flag y a Pennywise en un teatro viejo, con un vaso de litro de porrón en una mano, y un cigarrillo en la otra, me recordó cuánto amo al punk como cultura (además de como música). El punk tiene algo que no te da ningún otro ambiente, ni el rock, ni -aunque no está taaaan lejos- el metal, ni mucho menos un boliche: Estos días estuvo haciendo un calor insoportable en Rosario, y tuve que salir igual con un jean largo porque más insoportable que el calor, son los gritos y las miradas de los tipos por la calle y en los autos. En toda mi vida de ir a recitales de punk, (aproximadamente desde los 11 años), fui a lugares que a simple vista parecen antros vistiendo short, pollera, vestido, bucaneras... y jamás me pusieron una mano encima, y lo que es más, nunca me dirigieron ni una mirada incómoda, ni a mí ni a ninguna chica del lugar (y hasta las he visto muertas de calor en corpiño). En un recital de punk no hay prejuicios -nada que vaya más allá de evaluar las bandas estampadas en las remeras-, podés hablarle a cualquiera, fumar con cualquiera, tomar con cualquiera, podés ver a dos chicas juntas, a dos chicos juntos, a una pareja besándose con furia en el medio de un pogo, a alguien fumando tabaco o marihuana por igual, quedarte hablando con un croto a la salida. En un recital de punk, los pogos son tan violentos que hipnotizan, por momentos sólo se ve gente saltando de un lado a otro, y a veces también vuelan patadas y piñas, pero fuera del pogo nadie se queda caliente por nada, y además, si alguien se cae, o se quiere atar los cordones, inmediatamente tiene un cerco de 5 personas evitando que los demás lo lastimen por error. Contra lo que piensa el grueso de la sociedad ("Un punk es estúpido, un punk es peligroso y violento"), los punks sí son nihilistas, sí, o solitarios, pero no egoístas... es un espectáculo aparte ver como ciertas canciones/himnos (como Blitzkrieg Bop, Should I stay or should I go, o en un ámbito más local, Ya no sos igual, Nunca seré policía y 1, 2, Ultraviolento) pueden hacer que una multitud de gente salte y cante como si fueran una sola persona. Y los punks no son estúpidos, son personas con más formación política e interés social que casi cualquiera de las otras corrientes que conforma la gente de mi edad. Descontando las letras de las canciones que fuimos a escuchar, en el lugar, justo entre la barra y el guardarropas, había un cartel gigante de protesta contra la explotación y el asesinato de la fauna marina, y a la salida del recital había gente vendiendo churrascos veganos. Los artistas famosos de punk a nivel internacional no se la creen, el cantante de Anti-Flag bajó al terminar de cantar a saludar a la gente, sin miedo ni aires de superioridad. 

Hay dos cosas que me gustaron a niveles morbosos durante gran parte de mi adolescencia (si bien no tan simultáneamente) y que me marcaron bastante para llegar a ser quien soy ahora:  el Punk, y Vos. Recordar que amo el punk, y ser quien soy cuando estoy en ese ambiente, me recuerda que vos nunca compartiste ese placer, que siempre lo juzgaste, y que aunque lograra arrastrarte, nunca llegarías a ser parte, ni a entenderlo. Pensé en eso ayer, cuando para variar encontré a un ex entre el público (y aunque por fin me miró como antes), supe que por mucho que busque entre la gente de esos recitales por el resto de mi vida, nunca voy a ver tu cara ahí... y de algún modo eso me llenó de alivio. Te lloré, te sufrí garroneantemente, y me perdí por vos. Sin saber más quién era, qué quería, por qué te quería, por qué te necesitaba... no digo que no estuviera muy perdida cuando me vestía toda rotosa y tenía el pelo de colores diferentes todas las semanas, cuando entregaba la mitad de mi vida a un chico punk... pero ahora que ya maduré levemente un poco, metida en esa ropa todavía me encuentro. Si me lo preguntan hoy: "Qué preferís? Que vuelva él y te pida perdón por todo, y te proponga estar juntos y admitirte como parte de su mundo... o vivir una Wros Fest distinta todos los fines de semana sin que te salga muy caro, en un mundo donde él nunca va a entrar?" puedo decir felizmente que sabría qué responder. 

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