22: Siempre amé ese momento cerca de llegar a Córdoba en el que a lo lejos empiezan a aparecer las sierras, y en la línea del horizonte el cielo cambia de color. Córdoba es un lugar especial para mí, casi un retiro espiritual obligatorio, siempre fue así, tal vez siempre lo sea... Incluso aunque esta vez no fue igual a las otras, todas las otras. Viajar a Córdoba siempre fue un lujo muy peleado y trabajado, disfrutado como ningún otro, vivido con la valoración que solo pueden dar esos que arrancaron desde abajo. Todo lo que alguna vez tuve, y todo lo que ahora tengo a nivel material, fue y será completamente fruto del esfuerzo y del trabajo sobre todo de mi vieja, y ahora también mío. Como tengo demasiado vivo el recuerdo de no haber tenido casi nada, de la casa de tres ambientes para cuatro personas, de los juegos improvisados, de la cena familiar en torno a una mesita de plástico de juguete, de la cucheta en la cocina... y particularmente, de las casitas alquiladas con imágenes de la virgen y tarjetitas de colectivo encuadradas, y olor a viejo, me pareció un paraíso revelado el ir de vacaciones completamente de arriba, a un complejo con botes y desayuno incluido y gimnasio, y aire acondicionado en todas las habitaciones, y dos baños, y sommier, y servicio de limpieza... Pero con el paso de los días, cual cliché de disney, me di cuenta de lo vacío que puede resultar todo eso cuando quienes lo comparten nunca conocieron menos. Así que fue un viaje agridulce, pero sería injusto decir que no fue más dulce que agri.
23: La noche anterior habíamos hablado sobre resignarnos. Sobre asumir por fin lo inservible de un miedo a cagar algo que ya llevábamos más de un mes cagando. Sobre asumir lo inevitable, lo ineludible de nuestra perfección. Y entonces le dije que tal vez sí quiero jugarmela con él, y que sea perfecto y asfixiante, aunque me asuste y la cague, aunque nos duela, aunque me muera... they know that loving and loosing it's better than nothing at all ♪ Me dijo que no diga que la vamos a cagar, porque entonces la vamos a cagar, pero le expliqué que prefiero asumir que las cosas pueden salirnos mal, aunque tal vez eso me lleve a cagarla, porque asumir que todo va a ser herméticamente perfecto seguramente me va a llevar a cagarla, y me entendió... siempre me entiende. El problema es lo mal acostumbrados que estamos a que el sexo sea un capricho, o un error. Le dije que no quería que fuera ni mi capricho, ni mi error, que prefería ir en contra directa de nuestra naturaleza, y hacer las cosas cristianamente bien solo por esta vez: Primero ponernos a salir. Lo que nos lleva a esa noche, la del 23: Teníamos dos camas, pero siempre dormimos en una sola, esa noche yo leía un libro a la luz de un velador, y él me abrazaba y dormía. Nunca me sentí tan en paz con una relación como en ese momento, tan libre de ser yo y a la vez tan voluntariamente presa.
24: Navidad es otro punto fuerte en mis recuerdos: El inevitable cliché de no tener nada, pero ser inmensamente ricos por subirnos al techo de la casita y ver los fuegos artificiales... Con el tiempo crecí y entendí que los fuegos artificiales son un gastadero de guita que encima molesta mucho a los perros, y me dejaron de parecer agradables, si bien es innegable que tienen su magia. Pero esta navidad fue tan poco navideña que, pasada la cena clandestina (a base de gancia con sprite, un milka derretido y una barrita bon o bon cortados en cuadraditos), y en la total falta de regalos (dado que el de mi vieja iba a tardar en llegar, y él no hace regalos porque no lo festeja), estaba un poco huérfana de espíritu navideño, así que, tragándome mi orgullo vegetariano, me aferré a la idea de ver fuegos artificiales sobre el lago. Los esperamos juntos, debajo de la ventana, sentados en el pasto y abrazados, acurrucados a escondidas de su mamá, el Grinch (?). Y los fuegos no fueron muchos, pero fueron, y algo debe haber de cierto en eso de que donde hubo fuego, cenizas quedan, solo que en nuestro caso, donde hubo fuegos quedaba más fuego... y a esta altura, teníamos tantas ganas de arder...
25: Hubo muchas cosas que pensé, iban a ser raras, antinaturales, difíciles de asimilar... Pero con él somos asquerosamente fieles a nuestra amistad, en apariencias cambia todo, pero en sí, no cambia nada. Sin importar hasta donde empujemos el límite, todo lo que había antes de él sigue estando ahí. Hubo un momento, un solo instante de la noche del 24, en la que me morí de melancolía obligatoria de temporada de fiestas, pensando en cómo había pasado la navidad anterior sentada en una mesa de mi patio, mandándole mensajes al chico de la tierra de las frutillas enojadas, diciéndole que esas fechas no eran lo mismo sin él. Y no, no es lo mismo sin él, pero ¿cómo puedo culparme? Si hice todo tan bien... ¿Cómo puedo culparme, tampoco, de sentir lo que siento ahora? Debería haber asumido que al final iba a ser suya, para no haber sido antes de casi todos nuestros amigos. Ay, Paulina, ¿Cuándo vas a aprender a no ser tan vos? Pero me gusta ser yo. Y a él le gusta que yo sea yo. Y a mí me gusta que le guste. Y él me gusta. Y nos gusta que me guste. Nos gusta todo de nosotros, todo, incluidos mis muchos estúpidos pasados, en los que en realidad, casi nunca fui de nadie. Nos gusta porque sabemos que es pasado, y sin pasado estúpido, ¿Qué le contaríamos a nuestros hijos para hacerlos sentir orgullosos de tener padres tan idiotas?
26: Hay algo con el número '26' en una fecha que siempre me va a hacer un poco de ruido, un ruido lejano, como de una cucharita cayéndose en alguna habitación cerrada. Y hay algo con Rosario que me encanta. Algo que me imanta y enseguida me hace querer volver a verla. Me gusta decir que es 'Mi ciudad' pero en el fondo sé que yo soy suya. Brillante y posesiva Rosario, me deja ser libre siempre, porque sabe que no puedo evitar la desesperación por volver. Sin importar cuán precioso sea el paisaje a mi al rededor, o cuán monstruosamente me atraiga Bs. As., Rosario confía en mí, casi como un ser viviente, y me recibe con piquetes y calles inundadas, y yo miro a la gente enojada, y a las villas, y al humo y no me borran la sonrisa. Sweet home Rosario, me espera con nuevas noticias de viejos conflictos, no me da un segundo de paz, y aún así: qué bonita es mi ciudad.
27: No quiero ni empezar a hablar de eso, porque no terminaría nunca, como no termina nunca... Y me cansa, y me enferma. Pero me aburro y lo dejo estar. 'Qué se maten entre ellos.' Pienso. Sé que al final lo voy a pagar yo, en el más literal de los sentidos. Sé que Europa me espera en el más lejano de los horizontes deseables, y que mucho antes están siempre interponiéndose los sueños mediocres de alguien más. El egoísmo, la falta de cordura... Insanity, runs in the family, the side of my father... ♪ Y ya lo extraño, porque a veces verlo es la única forma de convencerme de que nada de esto es infinito, que algún día mi futuro va a ser mi presente, mucho más calmo, mucho más lindo, mucho más sano. Y sigo esperando mi futuro, pero ya no lo espero a él... Menos mal.
28: Día 9, y se empiezan a notar los efectos de la abstinencia: Necesito bailar. Y si no puedo bailar en un aula, entonces por favor denme una pista. Pero no íbamos a salir sin ella, y al fin y al cabo, de golpe soy una chica eligiendo ropa y perfume, ridículamente ansiosa por ver a su mejor amigo, por estar linda para él, que ya la vio tantas veces en la más absoluta peor de las peores. Y él de golpe es un chico lindo agarrando su auto lindo para ir a buscarla. Y de golpe están en un cine, pagando a medias, y ella tiene frío y él la abraza, y todo es estúpidamente lindo. Y después no tienen ganas de despedirse pero él ya la llevó hasta su casa. Así que ella no tiene otra que acostarse a dormir sin él, pensando en él.
29: Como 3er día consecutivo de despertarse obligatoriamente temprano y no haber dormido un carajo, pero esta vez el motivo fue tan pero tan esperanzador... Año nuevo, chico nuevo, casa nueva... familia vieja. Pero no importa, mis amigos son los de siempre también, y los quiero así, enfermos y míos...Y el mundo me dice que bueno, que si quiero bailar: baile. Que si quiere bailar conmigo, baile con él, porque juntos somos bonitos y nos sentimos bien. Me da el lugar al cual salir, y la noche calurosa y despejada. Me da los cómplices, y el vestuario. Me da el incentivo para mi abstinencia... Pero este es mi blog, señores: Si no puedo dejar de soñarlo, ¿Por qué iba a poder dejar de verlo? Me dijeron que muy probablemente va a estar ahí... y yo lo sé. Se está por ir de nuevo y con la misma impunidad muy lejos a la costa, a nuestra costa, pero por lo menos, ya no tanto a costa mía. Antes saber que podía verlo era un suplicio, pero ya no sé decir lo que siento al verlo, aunque con bastante seguridad, puedo decir lo que siente él al verme bailar. ¿Querés ir a bailar a donde yo voy a estar bailando, amor? Aunque ya estemos lejos, todavía sé que la mejor forma de demostrarte que ahora soy inalcanzable, es bailando para vos. Siempre quise bailar, y estés o no, yo sigo bailando.
25: Hubo muchas cosas que pensé, iban a ser raras, antinaturales, difíciles de asimilar... Pero con él somos asquerosamente fieles a nuestra amistad, en apariencias cambia todo, pero en sí, no cambia nada. Sin importar hasta donde empujemos el límite, todo lo que había antes de él sigue estando ahí. Hubo un momento, un solo instante de la noche del 24, en la que me morí de melancolía obligatoria de temporada de fiestas, pensando en cómo había pasado la navidad anterior sentada en una mesa de mi patio, mandándole mensajes al chico de la tierra de las frutillas enojadas, diciéndole que esas fechas no eran lo mismo sin él. Y no, no es lo mismo sin él, pero ¿cómo puedo culparme? Si hice todo tan bien... ¿Cómo puedo culparme, tampoco, de sentir lo que siento ahora? Debería haber asumido que al final iba a ser suya, para no haber sido antes de casi todos nuestros amigos. Ay, Paulina, ¿Cuándo vas a aprender a no ser tan vos? Pero me gusta ser yo. Y a él le gusta que yo sea yo. Y a mí me gusta que le guste. Y él me gusta. Y nos gusta que me guste. Nos gusta todo de nosotros, todo, incluidos mis muchos estúpidos pasados, en los que en realidad, casi nunca fui de nadie. Nos gusta porque sabemos que es pasado, y sin pasado estúpido, ¿Qué le contaríamos a nuestros hijos para hacerlos sentir orgullosos de tener padres tan idiotas?
26: Hay algo con el número '26' en una fecha que siempre me va a hacer un poco de ruido, un ruido lejano, como de una cucharita cayéndose en alguna habitación cerrada. Y hay algo con Rosario que me encanta. Algo que me imanta y enseguida me hace querer volver a verla. Me gusta decir que es 'Mi ciudad' pero en el fondo sé que yo soy suya. Brillante y posesiva Rosario, me deja ser libre siempre, porque sabe que no puedo evitar la desesperación por volver. Sin importar cuán precioso sea el paisaje a mi al rededor, o cuán monstruosamente me atraiga Bs. As., Rosario confía en mí, casi como un ser viviente, y me recibe con piquetes y calles inundadas, y yo miro a la gente enojada, y a las villas, y al humo y no me borran la sonrisa. Sweet home Rosario, me espera con nuevas noticias de viejos conflictos, no me da un segundo de paz, y aún así: qué bonita es mi ciudad.
27: No quiero ni empezar a hablar de eso, porque no terminaría nunca, como no termina nunca... Y me cansa, y me enferma. Pero me aburro y lo dejo estar. 'Qué se maten entre ellos.' Pienso. Sé que al final lo voy a pagar yo, en el más literal de los sentidos. Sé que Europa me espera en el más lejano de los horizontes deseables, y que mucho antes están siempre interponiéndose los sueños mediocres de alguien más. El egoísmo, la falta de cordura... Insanity, runs in the family, the side of my father... ♪ Y ya lo extraño, porque a veces verlo es la única forma de convencerme de que nada de esto es infinito, que algún día mi futuro va a ser mi presente, mucho más calmo, mucho más lindo, mucho más sano. Y sigo esperando mi futuro, pero ya no lo espero a él... Menos mal.
28: Día 9, y se empiezan a notar los efectos de la abstinencia: Necesito bailar. Y si no puedo bailar en un aula, entonces por favor denme una pista. Pero no íbamos a salir sin ella, y al fin y al cabo, de golpe soy una chica eligiendo ropa y perfume, ridículamente ansiosa por ver a su mejor amigo, por estar linda para él, que ya la vio tantas veces en la más absoluta peor de las peores. Y él de golpe es un chico lindo agarrando su auto lindo para ir a buscarla. Y de golpe están en un cine, pagando a medias, y ella tiene frío y él la abraza, y todo es estúpidamente lindo. Y después no tienen ganas de despedirse pero él ya la llevó hasta su casa. Así que ella no tiene otra que acostarse a dormir sin él, pensando en él.
29: Como 3er día consecutivo de despertarse obligatoriamente temprano y no haber dormido un carajo, pero esta vez el motivo fue tan pero tan esperanzador... Año nuevo, chico nuevo, casa nueva... familia vieja. Pero no importa, mis amigos son los de siempre también, y los quiero así, enfermos y míos...Y el mundo me dice que bueno, que si quiero bailar: baile. Que si quiere bailar conmigo, baile con él, porque juntos somos bonitos y nos sentimos bien. Me da el lugar al cual salir, y la noche calurosa y despejada. Me da los cómplices, y el vestuario. Me da el incentivo para mi abstinencia... Pero este es mi blog, señores: Si no puedo dejar de soñarlo, ¿Por qué iba a poder dejar de verlo? Me dijeron que muy probablemente va a estar ahí... y yo lo sé. Se está por ir de nuevo y con la misma impunidad muy lejos a la costa, a nuestra costa, pero por lo menos, ya no tanto a costa mía. Antes saber que podía verlo era un suplicio, pero ya no sé decir lo que siento al verlo, aunque con bastante seguridad, puedo decir lo que siente él al verme bailar. ¿Querés ir a bailar a donde yo voy a estar bailando, amor? Aunque ya estemos lejos, todavía sé que la mejor forma de demostrarte que ahora soy inalcanzable, es bailando para vos. Siempre quise bailar, y estés o no, yo sigo bailando.
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