sábado, 6 de octubre de 2012

"A reader lives a thousand lives before he dies, the man who never reads lives only one."

Plata Quemada. Cartas Marcadas. Plegarias Atendidas. Alta Fidelidad. Adverbios. Noches de Tartaria. El Club de la Pelea. Corazones en la Atlántida. Esos son mis libros preferidos (por fuera de sagas, sin repetir autores), faltan 2 para el Top 10.

Así que siempre sospecho de la persona que la quieren todos. Sospecho de hipocresía. ¿Cómo hacés para satisfacer las demandas individualistas y caprichosas de cada enfermo, intelecto o normal sin contradecirte cuando menos tres veces? (Noches de Tartaria)

Esos son mis libros preferidos. Libros de gente autodestructiva, drogadicta, bisexual y psicópata. Libros de personajes retorcidos, escritos por autores retorcidos que querían incomodar al lector sin dejar de escribir bien. Libros que parecen escritos para el autor, sin importar el público.

Dicen que cuando estás enamorado de verdad, el mundo se torna sedoso y sublime, pero por lo que a mí respecta -con Peter, y, supongo, en una época más ingenua de mi vida, con Andrea y Bob Dylan-, lo que se torna es mugriento, y el objeto amado contrasta de forma brutal con el entorno. Eso es el amor, algo bonito en una calle fea, y ¿acaso no hay que recogerlo porque se presente en un taxi? (Adverbios)

Esos son mis libros preferidos, libros de gente que toca fondo para, a veces, poder subir. 

La verdad es que raras veces estoy con la persona con quien estoy, por decirlo de algún modo. Y estoy seguro de que muchos de nosotros, incluso una gran mayoría, compartimos ese estado de dependencia de un escenario interior, con fragmentos eróticos que imaginamos o recordamos, con sombras impertinentes sobre el cuerpo que tenemos encima o debajo. Son imágenes que nuestra mente acepta en el ataque sexual pero que excluye una vez la bestia ha sido expulsada, ya que sin importar lo tolerantes que seamos, esos camafeos resultan intolerables para el vigilante de alma mezquina que hay dentro de cada uno de nosotros. (Plegarias Atendidas)

Estos son mis libros preferidos, libros de gente como yo. 

En un momento u otro, a mitad de la historia, recordé qué es lo que de veras me gusta del sexo: lo que más me gusta del sexo es que me puedo soltar, me puedo perder por completo. El sexo, a decir verdad, es la actividad más absorbente que he descubierto desde que soy adulto. [...] Todo ese horroroso envaramiento previo al sexo deja de atenazarme, y me olvido de dónde estoy, de qué hora es... Y sí, qué coño, me olvido también de con quién estoy, al menos por un momento. El sexo es la única actividad propia de un adulto que sé cómo se hace. Es raro, entonces, que sea lo único que me hace sentirme como si tuviese diez años. (Alta Fidelidad)

Libros de gente que yo habría podido ser, si me hubiera dejado. 

Como Tyler lo veía, conseguir la atención de Dios por ser malo era mejor que no obtener atención alguna. Quizás el odio de Dios sea mejor que su indiferencia.
Si pudieras ser el peor enemigo de Dios o nadie, ¿qué elegirías? (El Club de la Pelea)

Libros de cómo sería yo si me hubiera animado a robar un banco, a matar a alguien, a prostituirme, a olvidar mis sueños, a escribir un libro, a vengarme, a cambiar el mundo, a militar.  

A lo mejor Malito ya cruzó el charco... Tiene una suerte, una sangre fría, una vez se metió en una comisaría donde todos los canas lo estaban buscando para hacer una denuncia porque un vecino ponía fuerte la radio.  (Plata Quemada)

Y esta soy yo: el punto medio entre una persona normal, y una sociópata. Esa soy yo, alguien mejor, más inteligente, más linda y con más talento que la media, pero mediocre en comparación a los iluminados de nacimiento. Constantemente atraída por lo más oscuro del pozo en el que me gustaría caer, pero con demasiado asco por la gente que desaprovecha su potencial y por ende, con el principio inquebrantable de no tirar un futuro que tal vez ni siquiera tengo. 

El goce es tal porque tiene fin. Sólo nos complace lo finito. Lo perpetuo es más adecuado para las condenas que para los disfrutes. La fiesta ha terminado. (Cartas Marcadas)

En público, de noche, viviendo mi progresiva destrucción a través de otros, al lado siempre de algún cocainómano, besando a algún desconocido cercano, riendo bromas de gente ebria, dándome vuelta de vez en cuando, buscándolo entre la gente a él. 

Aquella mirada en sí era un misterio. Parecía decir que Bobby estaba matándola y ella se alegraba, quería seguir muriendo de ese modo hasta que las estrellas cayeran del cielo, los ríos corrieran montaña arriba y alguien llegara a entender toda la letra de Louie, Louie. (Corazones en la Atlántida)

En público, de día, viviendo mi esmerada evolución a pura fuerza de voluntad mía, entrenando hasta morir sin poner nunca una excusa, ignorando a la gente que me cae mal, sufriendo por los mambos de la gente que me cae bien, independiente de todo. 

Y en privado, estando sola... ¿Cuántos me conocen realmente? Si a veces ni siquiera estoy presente en una cama, y casi nunca lloro en compañía de alguien más. Si casi nunca fumo, y tengo total control de hasta dónde dejo que me afecte el alcohol, si nunca nadie va a poder decir que me lastimo... porque no dejo cicatrices, si odio la cocaína, y nunca me dejo influenciar, ¿dónde está la autodestrucción? ¿Dónde está eso que me hace estar enferma todo el tiempo? ¿De dónde salen las ojeras? Mi médica clínica me dijo que vaya a hacerme análisis de sangre, y al psicólogo. Yo no creo en los psicólogos. Si los médicos no pueden con mi anatomía, ¿quién va a poder con mi cerebro? 
Si ni siquiera pudiste vos... 



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