miércoles, 13 de abril de 2016

Put on your green shoes and dance the blues... ♪

Llego tarde. Llueve, me estoy mojando. Estoy incómoda, estas botas son demasiado grandes. Estoy cansada. La lluvia entre semana me pone de mal humor. Levanto la vista. Hoy todos me aparecen cuando dejo de buscarlos: Una figura de negro con los ojos más verdes del mundo analiza el día lluvioso como considerando que capaz un poco le gusta. Y me ve y sonríe un poco. Le digo a modo de saludo:
- Odio este día, llego tarde a todos lados. 

- Y encima sin paraguas?
- Nunca tengo paraguas. 

Y me saco la capucha y pienso que mi pelo ya era un desastre antes de salir de casa, que hoy todos me encuentran cuando no estoy producida para verlos, ni me siento demasiado yo para hablarles. Estoy insegura e idiota, pero con él no. Él me analiza como considerando que capaz un poco le gusto. Ni siquiera pasa mucho tiempo de charla irrelevante antes de que le diga: 
- Tenemos que hacer algo, porque te extraño. Ponele. - Y una sonrisa irónica.
- Bueeeno. - Y su sonrisa espeja la mía.

- Bah, no te extraño mucho, pero, ponele.
- Jaja bueeeno.
- Pero hoy no porque odio todo. 
- Bueeeno. 
- Me voy porque llego tarde.
- Hablaaamos. 

Un beso de esos en público y adiós. Adoro su obediencia. 
Llego aún más tarde. Llueve más, me sigo mojando. Estoy incómoda, estas botas son enormes. Estoy cansada y aún me faltan dos clases más. Pero ya no me importa. Sonrío. Y durante el resto del camino me pregunto si será abuso o magia que después de tantos llantos me siga haciendo sonreír. Que todavía sea él, de entre todos los encontrados, el que me cambia el humor. 

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