Todos los chicos con remera verde. Todos los chicos con novia rubia. Todos los chicos altos con pelo claro y corto. Todos los chicos de espalda ancha. Todos los chicos del centro. Todos los del parque. Todos los de la costanera. Todos son vos. Salgo de mi casa y en cuanto empiezo a caminar, cada chico de la calle por un instante se transforma en vos. Y a diario veo cientos de pares de ojos verdes, y miles de sonrisas perfectas.
A diario cada cuadra esconde un clon. Y a veces, cada muchos, muchos días, te veo a vos. Y cuando tu imagen pasa la línea de fuego que separa a las sombras captadas de reojo del verdadero campo visual, seguís siendo vos. Cada día de mi vida mi corazón reconoce un fantasma tuyo en cada salón, en cada colectivo, en cada local. Cada día de mi vida te busco sin encontrarte en cada rincón y me muero un poco de desesperación y miedo de no volver a verte nunca más.
Pero cuando te veo... cuando realmente sos vos, cuando no puedo escapar de tu reflejo porque es la imágen original... entonces en vez de alivio siento al peso de un mundo caer sobre mis hombros. Cuando te veo corro la vista. Tomo aire, intento poner la mente en blanco, me alejo lo más posible. Estoy harta de vos.
Harta de todo lo que esté relacionado a vos. Harta de él, del otro, de ella, de la escuela en general. De tus mentiras, o tus verdades, de la innumerable cantidad de incertidumbre que me regalaste. De no saber... estoy harta de nunca jamás saber. Pero sobre todo estoy cansada de preguntar, de arrastrarme por un poco de atención por tu parte. Si no te importa, o eso decís... no hay diferencia en realidad, ya no importa en general.
Estoy muriendo de aburrimiento y de desconfianza, lo que él dice y hace cada vez me duele menos, o me hace menos bien. Me vuelvo a aislar de todos.
Miralos, ¿los ves? Ahí sentados uno junto al otro, hablando como amigos, midiéndose en secreto. Chicos lindos y simpáticos, a simple vista comunes e insípidos. Son las últimas dos personas con las que salí. En ellos deposité mi esperanza en volver a confiar en su género... paso a paso se encargaron de dinamitarla.
Uno miente todo el tiempo, al punto de que ya nadie le cree del todo si es que dice la verdad... en ese siempre confié, le creí cada palabra.
En el otro no confío en absoluto... porque su verdad cambia constantemente, de modo que ni siquiera necesita mentir para dejar de ser sincero.
Y creo que me hice adicta a ellos. Que me cuesta dejarlos del todo. Resignar por completo todo lo que les dí. Los hechos, los deseos, los sueños. Otra vez al día cero. A la hora cero.
A volver a rastrear cada uno de los ladrillos y acomodarlos donde sea que parezcan tener que ir. Volver a armarme, y a protegerme. Volver a dejar de sentir. Dejar ir la luz que me regalaron para salir de la oscuridad en la que me dejaron después. Y estoy cansada... cansada de todo. De no saber, de no confiar, de no creer, de adivinar. Me vuelvo a aislar de todo.
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