Con tanto, tanto fuego. La discusión sigue, pero ahora vamos de la mano, o del brazo, paramos contra cada pared cercana para matarnos un rato. Y llegamos de nuevo al punto donde me besó por primera vez: Estamos tan al borde... y entre besos e insultos se cuelan risas nerviosas, pero reales. Su perfume me enferma, y esa forma de besar... lo seguiría a cualquier parte por un beso de esos. Y se va dejándome con las ganas, como tantas otras veces, como siempre. Y me deja igual de indignada, y con una mezcla extraña de amargura y felicidad. Lo quiero. No sé si así, no es la mejor forma, alguien va a salir lastimado, eso es seguro, alguien mínimo, probablemente todos. Pero, ¿cómo negarle mis ganas furiosas de darle todo?
Sé que estoy destinada a vivir lo que pueda con él, no cambio más. Por Dios, no cambio más. No aprendo. No evoluciono, no cambio. Nunca supe rendirme al miedo excepto al cantar. Nunca supe sacrificar una experiencia religiosa por temor a un castigo divino. Me veo venir llantos histéricos, sola en la cama, abrazando una almohada con olor a él, sé todo lo que va a pasar, sé del dolor, de la incertidumbre y la inercia, de las ganas de que seamos parejos, lo veo todo, todo en mi futuro y no lo puedo evitar: Porque también lo veo tumbado en mi cama, mirando con atención mi biblioteca, eligiendo entre mis películas, embriagándose conmigo, descubriendo facetas de él que nunca imaginó, gracias a mí. Y perdón, perdón llorosa versión futura de mí, enferma versión futura de mí, nauseabunda, enfermiza, rota y devastada, no lo puedo evitar. No puedo, no puedo, si la opción son esos ojos, tan, TAN verdes, y esa boca que siempre va al lugar correcto, y esas manos que no saben cómo frenarme, ni como buscarme menos... te juro, Paulina, mundo, novia sin nombre de él, no puedo ni siquiera intentar alejarme. Es mucho más fuerte que yo, ya estaba ahí esperándome tres años antes de nacer. Lo ignoro en persona lo más que puedo, para dejar bien marcado mi enojo, se vuelve loquito y me busca mucho más, pierde toda discreción, tan predecible... y a mí me encanta hasta el hartazgo, me desquician las horas que pasan eternas y faltas de sentido hasta verlo. Ya me rendí. Era obvio, llevo años rendida a mi naturaleza. No soy una buena persona, creo... a veces creo que sí. En muchos aspectos no podría ser mejor, pero en otros... Ay, no sé cómo desearte menos, tan hiperactivo y aniñado, tan inteligente y lúcido, tan hecho de sueños y contradicciones, tan pero TAN histérico, tan Yo, tan diferente. Tan artista, tan ingeniero, tan lector, tan cinéfilo, tan amante. Mi amante. ¿Amante mío? ¿Sabés que supe que íbamos a terminar así la primera vez que te vi? Porque eras lindo, lindo y atrayente como vos solo, centro de atención como vos solo, ojos verde marihuana como vos solo, único, divino, si no estabas destinado a mí, pendejo hermoso, yo te iba a destinar lo mismo. No soy capaz de ver a alguien así sin quererlo cerca, sin odiarlo, sin amarlo. Creo que sos la única persona de mi mundo en este momento a la que puedo hablarle sin tener idea en absoluto de lo que me va a responder. Perdón, versión futura de mí, perdón, versión futura de él... pero no puedo contra eso.
No puedo contra él. No puedo contra vos. No puedo contra mí.
Y yo estoy, cada vez más igual, ya no sé qué hacer conmigo... ♪
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