Ahora que me voy a vivir fuera de Rosario, ahora que empieza a parecer una realidad palpable, casi cierta y creíble, irme de esta ciudad mágica e infumable, hay tantos planetas alineándose que sería absolutamente anticlimático no irme en serio. Desde que decidí que me iba y adentro se sintió realidad, Hipster Boy y yo lloramos en el portal de una de mis casas teniendo esa conversación que habíamos pasado tantos años intentando no tener. Nos dijimos que nos amamos, nos dijimos que nunca va a funcionar entre nosotros, nos dijimos que igual nos vamos a desear siempre. Y con Toy Boy, nos sentamos en un bar solos desde la última vez que rompimos cosas que no queríamos romper en un ascensor. Nos dijimos que si tuviéramos que considerar todos los casilleros que componen la personalidad de una persona, somos las personas más parecidas que conocemos, el uno del otro. Nos dijimos que nunca va a funcionar entre nosotros, nos dijimos que igual nos vamos a desear siempre. Recuperamos a Hollywood de manera hollywoodense, fue excelente, y como en toda película, un poco dejó de funcionar dos minutos después del final feliz. Por un segundo creí que nos íbamos a desear siempre, pero él siempre estuvo mucho menos dispuesto que yo a aceptar las incongruencias sanamente mágicas de la vida. No importa, conocí a un chico que me recuerda a todas las mejores cualidades de él cuando éramos chicos. Nos dijimos que queremos ser amigos. Espero no prestarle demasiada atención nunca a ese deseo. Alicia volvió a mi vida. Admitimos que fuimos novias. Le dijo a mi novio "Paulina y yo somos el amor de la vida de la otra", yo no la contradije, él lo aceptó, así sé que él es el amor de mi vida. Alicia y yo nos dijimos que nunca va a funcionar entre nosotras, no del todo al menos. Nos dijimos que igual nos vamos a desear siempre. Por fin nos rendimos sanamente a esa hermosa ambigüedad que nos gobierna históricamente. No pasó en ese orden, todo esto. Pero no importa. A veces no recuerdo bien en qué orden pasaron las cosas, pero recuerdo que pasaron y que fueron importantes. Hablando de importantes, el Chico de Ojos Verdes me regaló algunas noches de magia de esas que siempre deseé cuando alguna parte de mí leía el futuro y confiaba en que podríamos ser amigos. Casi amigos, algo así. Ebrios de marihuana hablamos sobre este blog, el hilo rojo virtual entre nosotros, porque siempre fue más suyo que de cualquier otro. Me dijo que él también estaba enamorado, mi Paulina de 19 años interior por fin se sintió triunfante. Felicitaciones, Paulina, tenías razón... igual eras bastante patética, no se puede todo. Nos dijimos que nunca va a funcionar entre nosotros, nos dijimos que igual nos vamos a desear siempre. Ojalá tengamos París. Algún día. Estaría bien si sólo fuera un sueño, ya no necesito nada más. Pero si no lo fuera, vivir sueños siempre es como mínimo extasiante. Al Chico de Ojos Negros le regalé una noche mágica. Un último esfuerzo, un último brindis por la Secundaria y por ese grupo de seres del mal que alguna vez fueron tan importantes. Me dijo que perdió mi mail, ese que nunca supe si había leído. Estaba triste al respecto, yo había olvidado lo que había escrito. Lo releí hoy, por eso en realidad terminé acá. Ay, la nostalgia, es una magia tan poderosa. Le dije que siempre me voy a poner idiota cerca de él, me dijo que perdió la cabeza en el momento en el que pasé por la puerta. Mi Paulina de 17 años interior por fin se sintió triunfante. Felicitaciones, Paulina, tenías razón... igual eras más que patética, no se puede todo. Sus amigas estaban celosas al punto de la histeria, como si los últimos diez años hubieran sido un segundo. Me reí y me recordó que ya sé cómo son, que saben lo que soy para él. Su primera novia, su primer amor, su primer todo. Nos dijimos que nunca va a funcionar entre nosotros, nos dijimos que igual nos vamos a desear siempre. Son todos los importantes, ¿no? Todos los rosarinos anyway. Todos los protagonistas del blog, creo. De mi paso de adolescente a adulta. Apenas tuve una relación sana y real dejé de escribir. Acá, al menos. Pasé a escribir cartas de amor que alguien sí estaba leyendo. Y respondiendo, con igual amor. Llegaste, Paulina, ¿feliz? Mucho. ¿Aterrada? Siempre. Este blog es ante todo una carta de amor a mi ciudad, a sus dioses, a mi universo y mi vida, a mí. Tengo mucho miedo de volver a odiarme cuando viva en una ciudad distinta, con dioses distintos, en otro universo y otra vida. Pero Rosario, mi Rosario, me despide con tanto amor. Con todos los ríos de lágrimas llevados por la corriente del patetismo que pueden leerse en este blog, nunca me arrepiento de haberlos escrito. Me encanta este archivo personal, este registro de mí. Es prueba de que crecí. Este posteo es prueba de que todos crecimos. En lo que respecta al cast de gente con la que pude haber crecido, estoy bastante conforme. Estoy bastante orgullosa. Algunos más que otros: llegamos, ey.
One of these mornings you're gonna rise up singing
And you'll spread your wings and you'll take to the sky
But till that morning, there ain't nothin' can harm you ♪
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