El chabón me gusta tanto que es contraproducente, porque me pongo imbécil cuando estoy con él. A mi torpeza habitual se le suma la falta de motricidad fina en su presencia, y olvido nociones idiomáticas básicas... en esas circunstancias siempre me pregunto qué estaba pensando la naturaleza cuando metió el amor idiotizante en el medio del proceso reproductivo. No puedo entender desde el punto de vista biológico/evolutivo que una persona pueda provocar eso en otra del sexo opuesto, ¿qué sentido tiene? Si él fuera un león o un perro jamás flashearía poner el futuro de su descendencia en mí... osea, en mí-real capaz sí, en mí-cerca-de-él ni a palos.
"¿Te das cuenta de que me pegaste como 3 veces cuando nos estábamos cambiando?" me pregunta, y yo me río porque es cierto, ESE nivel de torpeza.
De por sí no sé cómo llegué a estar acá, gracias a mi locuacidad e ingenio definitivamente no... gracias a él, que siempre es puro encanto y vive por encima de la situación cuando me ve. Que tenga tanto autocontrol y registro de su cuerpo y de su voz en mi presencia es doloroso. Si pudiera ser con él como soy con todos los que no me gustan (tanto), tal vez ya se habría enamorado de mí mil meses atrás. Me pregunto si alguna vez se pone torpe cuando la ve... si alguna vez perdió el carisma ante nadie.
- Ese era él. - Le dije a mi mejor amiga mientras pasábamos por al lado de tu trabajo. - Ese era él.
- ¿Dónde? ¿Cómo sabés?
- Porque era él... sé que trabaja acá, paso por esta esquina con todos los sentidos a mil.
Y más tarde me preguntó:
- ¿Te hizo mal verlo?
- Sí, no te voy a mentir.
- No, obvio.
- Es que si lo veo y no sé, lo saludo y hablamos es distinto. Es más...
- Real.
- Sí... pero verlo así, dos segundos mientras cruza una puerta, es como ver un fantasma.
- Y ahora ya sabés dónde está, lo tenés re presente...
- Y aún así voy por la calle y lo busco. Es como... ya sé dónde estás, ya sé cómo estás vestido, ya sé que ese no sos vos, basta!
Pero nos fuimos a lo de mi hermana y se me pasó un poco. En el camino le comenté que me había desvelado a la madrugada sin poder parar de pensar en vos. Las brujas de mi familia... en fin, es muy fuerte. Y cuando pensé en volver a casa y vi la hora... aproveché cada distracción posible, pensando en el fondo de mi mente que cada minuto que pasaba me alejaba del horario en el que puedo cruzarte cuando salís, si total podés tomarte un colectivo ahí nomás e irte lejos, lejos de mí... pero no funciona así, entre nosotros no.
Entre nosotros, cuando el universo se pone de acuerdo con nuestra historia, cuando se alinean los planetas, cada minuto que pasa me lleva a pasar por un cierto lugar en el mismo exacto momento que vos. A colisionar. A verte dos veces en un día, cuando normalmente no te veo nunca... a no olvidarte.
Y lo demás... lo demás es lo de siempre. El intento de charla civilizada, fallando. La invitación redundante, (¿cuándo te dije que no?). El encuentro. La ansiedad. El momento en el que dejo de intentar ser dueña de mí y se va todo, todo lo que no es indispensable para seguir viva. La locura momentánea. La amnesia relativa que perdura todas las veces, después. Todas las pequeñas muertes. El único lentísimo intento de renacimiento. La desesperación asfixiante cuando percibo que de a poco la realidad va volviendo a tomar el control de tu mente, y estás a punto de aislarte de mí. El beso de despedida, insuficiente, como siempre. El movimiento desgarrador de darme la vuelta y caminar hacia el frente, sin mirar atrás, sin mirar atrás. Seguí caminando, no te vuelvas, no pienses en él. Olvidate. Y no olvidarme. Y pensar en vos. Pero no volver, y seguir caminando.
Hartarme. Alejarme. Escucharlas discutir desde mi habitación. Poner música para tapar el ruido. Tener que pararme e ir a poner orden porque están gritando y hay vecinos... hay vecinos. Y sentir que hace cuatro, cinco años ya que vengo oyendo las mismas cosas. Sospechar que no se va a terminar nunca. Que nos vamos a morir de a uno con los mismos resentimientos y las mismas contradicciones.
Salir de mi casa aunque llueva, aunque sea muy temprano, aunque hayan vuelto a discutir en un tono de voz más normal. Y comprar cigarrillos aunque no fume, aunque odie a los fumadores, aunque sólo me gusta fumar tabaco raras veces, cuando estoy sola y nadie me ve. Y esperar el colectivo en esa esquina, a esa hora. Y soñar que salís y me ves. Y que no pase, obviamente, nunca pasa cuando lo espero así. Pero sabiendo que no va a pasar porque lo estoy esperando, esperarte igual. Soñar que venís y me llevás con vos.
Que por un instante y para siempre vos también sentís lo mismo. Que sí sos para mí.
El amor de mi vida, el príncipe azul, el beso al final de la película, la declaración de amor tardía, mi alma gemela, mi destino, todo lo que orquesta la ciudad el trece de cada mes
-según parece-, pero todos y cada uno de mis días, de acá a que me muera, con vos, por vos.
Y escribiendo me doy cuenta de que pasó de nuevo... te convertí en una idea, te platonicé... te hablo a vos, pero ya no creo estar pensando del todo en vos. Te amo, creo. Te extraño, ya no sé.
Ojalá viera en tus ojos el mismo fuego todas las veces cuando me mirás. Ojalá nunca tuvieras esa máscara de expresión fría. Ojalá... 7 de Marzo del 2013, esa fue la primera vez que te vi.
La primera vez que me gustaste, me lo hizo notar una amiga el otro día. Van casi dos años de eso. Dos años llenos de ojaláses y platonizaciones, sí... mucho más que de tu fuego y de tu risa, y de todo lo que tenés de real. Pero dos años de vos. ¿No es mucho tiempo ya?
¿No iban como dos años y hastío de él cuando apareciste?
All I do when we're apart is think about you, and all I do when we're together is panic. Because every second feels so important. And because I'm so out of control, I can't help myself. I'm not even mine anymore, I'm yours, and what if you decide that you don't want me? How could you want me like I want you?
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