viernes, 10 de octubre de 2014

When I dream on my own, I'm alone but I ain't lonely. For a dreamer night's the only time-a day! ♪

Es el karma de creer que todo pasa por algo, pero casi nunca saber por qué. De pensar que no existen las casualidades, que siempre hay una razón de fondo, pero no lograr encontrarla. 

Cuando hay más de una función y puedo elegir, siempre voy al estreno. Aprendí con los años de ir al teatro (ya fuera arriba o abajo del escenario) que los estrenos tienen una magia propia. Una energía histérica que nunca vuelve a alcanzarse del todo en las otras funciones (aunque tal vez salgan más prolijas, o tengan menos errores). 
Mis (nuestros) amigos, los de mi (nuestro) ex curso, venían preparando un musical con la escuela desde hacía varios meses. Son tan asquerosamente malos para la publicidad, que me enteré del estreno de la obra cuando vi las fotos de la función. Buena suerte yendo a eso. 
Pero había otra función al día siguiente, la próxima y la última. Me enteré del horario de esa función cuando todavía estaba en la escuela, salí de clase dos horas antes de que empezara. 

Llego a casa cansada y más que nada hecha un asco. Desarmo el bolso, ordeno las cosas, meriendo. 
Prendo la compu. Una hora y media para que empiece la función. Si resto la media hora que me llevaría llegar hasta el teatro, queda una hora para encontrar con quién ir, bañarme, cambiarme, y salir. Invito a mi mejor amigo, después de todo ya me acompañó a una obra de ese director en ese teatro una vez. Pero hay un partido importante y quiere verlo comiendo sushi (go figure), me invita, pero de verdad quiero ir al teatro. Le pregunto a otro amigo si mi suposición de que odia los musicales es correcta, me dice que es bastante acertada, pero que si le hubiera avisado con más tiempo me hubiera acompañado igual. Genial, no es como si hubiera tenido EL tiempo para organizar nada. Y las amigas a las que puedo invitar viven más cerca del teatro que yo, no resuelven el temita de volver a casa a medianoche. 40 minutos ahora. 
Estaba hablando con el chico al que conocí en la calle, se había ido, pero acaba de volver, así que simplemente le pregunto:
- ¿Vamos al teatro?
- ¿Cuándo?
- Ahora. 

- Bueno.
- ¿En serio?
- Sí.

Y tan simple como eso, vamos al teatro. 
Decidimos encontrarnos en una esquina para tomar un colectivo. Lo veo pasar de largo yendo exactamente en la dirección contraria. Dios, los chicos de pueblo pueden ser tan adorablemente inútiles en la ciudad. 
Y Dios, este chico de pueblo en particular es tan lindo. 
Y aún así, no me atrae. No sé si es su perfume, su voz, su forma ridícula de hablar. 
La verdad hizo todo bien. Desde que le dije que quiero ser su amiga y que no me acose o voy a entrar en pánico o huir, no hizo más que borrarse y hacerse desear. Cuando lo invito al teatro una hora antes de que empiece la función, acepta y recién cuando subimos al colectivo me pregunta qué estamos yendo a ver. Tiene los gustos correctos, las opiniones correctas.
Tal vez es por la teoría idiota peligrosamente razonable que desarrollé hace unos días, sobre que es The One, pero no el mío, el de ella. Tal vez simplemente soy un medio que usa el Destino para ese encuentro, no la destinataria final. El punto es que me gusta que sea mi amigo, me gusta que no intente nada más.

El poder imantacosas de mi mente es increíblemente irritante. 
Cuando supe que actuaban en ese teatro, cuando invité a mi mejor amigo, cuando estaba llegando (como 10 segundos antes de bajar la vista de la marquesina y verte), todas las veces pensé que el año pasado arrastré a Mr. Fate a ver una obra ahí. Y cuando llegamos, entre las caras conocidas de la hinchada de uno de los actores, estabas vos. Y yo te señalé con disimulo y dije "Ese es el chico super lindo de la tarde, no sé cómo se llama así que no lo puedo ni buscar en facebook, pero me encanta". (Fate amenazó con llamarte a los gritos y preguntarte cómo te llamabas). Eras el chico lindo sin nombre. Ese al que me cruzaba en todos lados y al que nunca me animaba a hablarle. Qué hermoso era verte cuando vos no eras Vos, y 'nosotros' no existía. 

Pero ahora vos sos Vos, y 'nosotros' ya no existe, y yo empiezo a insultar al mundo en voz baja como siempre que te veo, cuando el Pueblerino pregunta, le comento:
- ¿Viste cuando no esperás que una persona esté en un lugar pero llegás y está?
- ¿Está quién yo creo?
- Se ríe.

- Sí. 

Te paso por al lado sin frenar. No quiero saludarte, ¿esa rubia que estaba de espaldas era tu novia? 
No quiero saber. Ni siquiera sé cómo te enteraste de esta obra o por qué decidiste venir. Entro primero a la sala, elegimos una fila de butacas vacía y me siento al lado del pasillo, mi compañero al lado mío. Te veo entrar con una amiga mía a la que no veo hace mucho, quiero que ella me vea, quiero saludarla sin tener que saludarte a vos. Se frenan a hablar con alguien bien en el medio del pasillo, bien pegados al escenario, bien centrados en mi campo visual. El chico de pueblo se ríe de mí y me pregunta si no quiero que se pare y grite ruidos de animales al azar hasta llamarles la atención, y yo pienso "Wow, no podría haber deseado un mejor reemplazo de Mr. Fate". Al final nos ven. 

Te acercás, me das un beso, ponés tu mejor máscara de chico sociable y divino cuando le das la mano a él. Mi amiga me saluda, le cuento del Toy Boy con el que salí un tiempo, porque ella lo conoce. Se sorprende y me dice que pensó que el chico sentado al lado mío era mi novio, le aclaro que es mi amigo. Sincericida hasta la médula, podría mentir. Sé que todos los que nos ven asumen que estamos juntos, sé que vos también lo asumiste. Sé que en lo que a vos respecta, en unas pocas semanas me viste con dos chicos lindos diferentes en dos teatros diferentes. Mi vida sentimental en tu mente seguro es mucho más emocionante que en la vida real. Pero en fin... no quiero mentir. No me gusta mentir. Quiero que ser sincera sea mi principal diferencia con vos. 
Y mi amiga te pregunta "¿Querés que nos sentemos acá?", mirás alrededor y notás que la verdad, casi todo el resto de la sala está ocupado. En un solo instante además de sentir en carne propia mi propia reacción, percibo cómo la situación divierte al chico de pueblo, cómo te incomoda tanto como a mí, cómo nuestra amiga permanece ajena a todo. Se sientan.
Nadie. Vos. Ella. Él. Yo. El Pasillo. 
¿Por qué siempre me pasan estas cosas? ¿No puedo cruzarte y ya como una pareja de ex normales? ¿Siempre tiene que haber una mujer colgada cerca nuestro haciendo las preguntas equivocadas y creando las situaciones más tragicómicas? Mi compañero me pregunta en voz baja si no quiero cambiar de lugar con él, quiero pegarle. 
Buenísimo. Ahora empieza la función, y puedo escuchar tus reacciones a dos sillas de distancia. Si me inclino apenas unos centímetros, puedo verte reír. Pero nene, tu risa es la magia de los rock n' rolles ♪

Y a la salida saludo a todos. Abrazo a todos. Y mi chico adorablemente perdido de pueblo también saluda y felicita a la gente. Porque él es así... simpático y bueno. Una de mis mejores amigas en el lugar me lo señala con la mirada y me dice que lo aprueba. Me invitan a comer con el grupo. El chico de pueblo va a salir a bailar, así que no iría con nosotros. Lo pienso. Veo pasar por mi mente todo lo que vendría a continuación si dijera que sí:
Vos sin tu novia. Yo sin mi chico. El grupo de siempre, la misma situación que vivimos mil veces. La mesa en la que sentarnos cerca. El punto de la noche en el que terminar hablando. El no saber cómo volver a casa, el pedirte que me acompañes. El vos y yo recayendo. El dolor visceral en el segundo en que te fueras. Porque, seamos sinceros amor, sé que tal vez podrías volver a mi cama, pero más sé por seguro que te volverías a ir. 

Digo que tal vez vaya, me quedo a un costado hablando con el Pueblerino, a veces te veo, creo que a veces nos ves. Y al final, aunque me arde en todo el cuerpo, aunque tomar la decisión me incinera por dentro, levanto la vista y le pregunto "Me acompañás a casa?" y me acompaña a casa. Y en todo el camino, en toda la despedida, no intenta besarme ni una sola vez. Le agradezco tanto por eso... Me pregunta qué voy a hacer ahora, le digo que probablemente llorar y lamentarme de que no haya cerveza, aunque capaz abra un vino. 
Pero cuando entro a casa, al final ceno yogurt de bebé con cereales de infante. En pijama, en la cama. Hablando con mi mejor amigo sobre todo lo que pasó. 

- Yo no busco estas cosas, pibi. No entiendo por qué él no fue ayer. Por qué los dos a la misma puta función. A la misma puta fila de butacas. Y aún así elegir no buscarlo, no quedarme, ir en contra de todo lo que me pide el cuerpo cuando lo tengo cerca y caminar en dirección contraria, hacia mi casa, a cenar cereales. Estoy haciendo las cosas dolorosa y maduramente bien. Estoy haciendo lo posible por mantenerme lejos y el universo se encarga de plantármelo delante. Again.
- El Universo es bastante forro.. pero sabés que sabe que estás a prueba (?)
- Lo peor es el después. En el momento tomo la decisión menos masoquista (si es que hay una) pero después son horas y horas de preguntarme "Y si le hubiera mandado un mensaje en su cumple?" "Y si le hubiera dicho de hablar cuando nos vimos?" "Y si me hubiera quedado con ellos hasta que empezaran a irse todos, y quedáramos nosotros como antes?"
- Vos sabés lo que hubiera pasado. El chabón.. de ninguna manera puede hacerte bien.
- Sí. Yo sé lo que hubiera pasado. O al menos puedo imaginarme las opciones más posibles, y todas duelen. Y algunas son tan atractivas que es insoportable no haberme arriesgado por ellas. Pero no puedo... cómo hacés para convencerte de que no hay chance de que una persona te haga bien estando cerca cuando la misma persona imanta cada pedacito de tu ser con sólo aparecer?
- You just.. don't. La otra persona es la que te convence. Y si a esta altura no te convenció...
- Verlo es una garcha. Yo... no es que lo había superado u olvidado. Pero por lo menos había alcanzado el punto en el que podés fingir que superaste y olvidaste, porque ahora sólo se te cruza por la cabeza unas 10 veces por día, y no las 100 que eran antes.
- Sí.. hay momentos en los que por más que duela, no hay nada que puedas hacer y hay momentos en los que hagas lo que hagas, algo va a doler (?) O te vas a arrepentir de no haberlo hecho... o de haberlo hecho.
- Y voy a pensar que 'Si de todos modos me iba a doler por lo menos podría haber elegido la opción en la que me duele con él al lado' mientras como bombones  sola en mi cama? Sí. Esa situación me suena familiar (?)

Al final dejo ir todo y me duermo. Sueño con vos. Sueño la charla que siempre me quedo con ganas de tener. Sueño la tortura de tenerte dentro mío estando a mil años luz de distancia. Sueño preguntarte por qué sigo estando con vos si me hace mal, y sueño tu respuesta: una anécdota sobre un cantante de ópera cantando aterrado y muerto de dolor frente a un teatro lleno, dando la mejor presentación de su vida. Y en el sueño te pregunto si la moraleja del cuento es que en el masoquismo dejamos todo de nosotros mismos. Me respondés que la moraleja es que el dolor y la pasión van de la mano. Estúpido vos soñado. 
Me despierto sin ganas de ir a clase, y no voy. Estúpida yo inmadura, poniendo mis sentimientos por encima de mis responsabilidades.

Estúpido vos real. Ojalá el Universo me dejara soltarte del todo. Ojalá el destino dejara de ofrecerme nuevas oportunidades hacia vos. Y ojalá... ojalá cuando vaya al Teatro esta noche te vea ahí. Pero, ¿ves? Ahora lo estoy deseando, osea que no vas a estar. 
No sé qué hice en esta vida o en alguna de las anteriores, que fuera tan malo como para merecerte a medias hoy.


En algo de azar luces caen en tu sombra. Y es un hecho triste mi naturaleza... Mi destino insiste con tenerte cerca ♪

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