domingo, 2 de febrero de 2014

Whether I'm in your arms, or I'm at your feet... ♪

- Decime por favor que es mentira.
- ¿Qué?
- Decime por favor que no les dijo que estaba con muchas minas.
- Sí, me lo dijo.
- Es mentira.
- No es mentira, me mostró mensajes...
- Es mentira. No puede ser, él no es así. No es así. Ni siquiera tiene tiempo para eso. 
- Está bien, como quieras... 
- ¿Qué mensajes?
- No sé, nada explícito, no lo quiero mandar al frente. ¿Por qué te afecta tanto?
- Porque si eso es verdad todo lo demás fue mentira. 
- No sé qué esperabas... era un loco que amaba a la novia...
- No tenés idea. No sabés nada. Si no sabés, por favor no emitas opiniones.
- Ya sé... por eso te digo que me cuentes tu versión.
- No, ¿de qué me sirve? Ya estás predispuesto a creerle.

Silencio.

- ¿Podés por favor cambiar el humor? 
- No.

Con cada hora que pasa me siento más ida y más lejos. No quiero hacer nada. Con él, con nadie. Quiero tumbarme en la cama a morirme de música. Quiero seguir volcando cada parte del dolor en crear algo hermoso. Quiero a mis perros, a la cucaracha gigante con la que aprendí a compartir habitación (creo que le voy a poner Hal), cualquier cosa menos hablar con humanos. Quiero llegar viva al Lunes para volver a bailar. 
Me convence de meternos en la ducha, con una luz muy tenue, y por un rato me besa e intento seguirle el juego. Pero basta un segundo de correrle la cara para escuchar mi propia respiración salirse de control, y sé exactamente cómo suena: Es el sonido de un ataque de pánico empezando. Si me moja agua caliente ya no hay nada que lo frene. Me escucho hiperventilar, y él me sienta en el piso de la bañera, se sienta conmigo y me abraza. Me escucha llorar sin control. 
Intento explicarle con la poca voz que tengo lo que se sintió pasar una semana en el infierno, dos años atrás, y el vacío enorme que vino después. La incapacidad de sentir bien o mal. La soledad sin remedio. La falta completa de esperanza.

- ...y entonces vino él.
- Y entonces vino él... ya no puedo confiar en nadie. En nada.
- Y... está jodido.
- Yo pensaba que él era mucho mejor persona que yo... me hacía querer ser mejor, no por él, por mí. Me hacía crecer, aprendía de él todos los días. 
- Creo que entiendo lo que decís. 
- Y lo peor es que tenés razón, y él tiene razón: Todavía no me resigno.
- Resignarse es lo más difícil.
- No... a él. Quiero decir que una parte de mí todavía no se resigna a él.
- Ah... Ya va a venir alguien, vas a encontrar a alguien.
- En este momento no creo que haya otro alguien. Si fuera por mí, si pudiera decidirlo, me enamoraría de vos ahora mismo. No entiendo por qué seguís acá conmigo. No deberías seguir acá.
- Ey, dejá de sentirte así: No sos un bicho raro. A todos nos pasa. Querer a alguien es la emoción más fuerte que puede vivir una persona. Simplemente tenés que intentar no pensar tanto en eso, centrarte en otras cosas.

Pasamos mucho tiempo sentados bajo el agua hasta que por fin siento más débil el llanto y logro hacer algo por contenerlo. Con su ayuda logro pararme y lavarme el pelo, salir del baño, volver a la cama.

- ¿Estás bien?
- No. Pero va a tomar un buen rato. 

Intentamos reír. Pero no vuelvo a sentirme bien. No vuelvo a intentar seguirle nada. Sigo sin saber por qué se queda, pero me alegro de que lo haga. 

Me pica todo el tiempo la cabeza, y sé que no es nada más que el desquicie manifestándose.
Las náuseas me atacan sin previo aviso cuando quieren. A veces me duele el cerebro.
Mi espalda nunca deja de regular el malestar general.

¿Qué fue de mi chico encantador de ojos verdes como ventanas abiertas a un mundo mejor?
¿Quién era el caballero que me prestaba su abrigo en un teatro?
¿Quién cocinaba para mí y me buscaba hasta encontrarme? 
¿Hay alguna Pequeña Eternidad a la que vayan a parar todos los Principios, y se queden en burbujas irrompibles? 

No sé cómo hacer para no buscarte, para no preguntarte nada, para volver a verte. 
No sé cómo hacer para superarte sin que pasen dos años más de desconcierto. 

¿Qué voy a hacer con vos, R.?

Y nunca jamás respondía. Nunca jamás encontré la respuesta.



He would never talk, but he was not shy. She was a street-smart girl, but she could not lie. They were perfect for each other: Say it now, 'cause in your heart it's loud! Oh, no... my feelings are more important than yours... ♪

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