Mr. H. se me cruza en colectivo una tarde cuando voy para la casa de Mr. Fate, lo miro, me ve, me río, sonríe. No lo veo de nuevo hasta mucho después, frente a mi casa, discutiendo con ella, así de enojado no me ve. Y otra vez mientras escribe, concentrado, no me ve, siempre muy lejos. Y vos ahora en un colectivo, yo de la mano de mi destino, vos tan sin verme. Me encantaría verte discutir con ella frente a mi casa, y al mismo tiempo no: si ya no fuera cómoda tal vez sería atractiva. Verte escribir con concentración sería raro, nunca estás concentrado, siempre miras a los lados buscando ayuda, buscando trampa... Nunca se me aparecen de frente, él y vos, tan distintos, tan iguales para mí. Vos tan pelo negro y él tan rubio sol. Vos tan ojos negros y él tan azul cielo... Ojalá no me atrajeran para nada. Ojalá el destino nunca lleve a Mr. Fate a ver mi blog. Ojalá lo lea todo.
Ojalá se entere -como solía saber- de que no sirvo para la estabilidad. De que no me gusta el drama por el drama, pero sí la evolución constante. De que no soporto estar así. Paso tanto tiempo al día corriendo sin descanso hacia la perfección... ya, pero la perfección aparente sin pasión no se justifica. Me gustaría que supiera que tal vez no te supere en mucho tiempo, mucho menos si él me pone en un pequeño pedestal, como hicieron todos esos de cuyos podios con el tiempo me bajé. Que no te supero porque vos fuiste el primero en amarme ciegamente, y en forma incondicional, el primero en desvivirse por mí sinceramente. De esos después hubo muchos, definitivamente más de los que quise, muchos más de los que eran necesarios para volverme intolerante a la falta de igualdad en una relación... Pero tampoco porque también fuiste el primero en decirme que No decididamente y en forma duradera, el primero en evitar mirarme a los ojos al discutir, consciente de tus propias debilidades, el primero en intentar no rendirte a vos mismo rendido a mí. De esos ya no hubo tantos... de esos, sólo él y vos. Y él ni siquiera tuvo tantas oportunidades como para probarse, ni yo puse tanta voluntad como para quebrarlo. Tal vez porque en el fondo siempre supe que si al final lo quebraba, entonces ya no iba a poder fingir de a ratos que ocupaba tu papel. Tal vez porque me gusta verlo poco, así verlo es especial y diferente. Así después pienso en él, y no en vos. Así sueño con él, no con vos.
Así en realidad no me importa.
Así en realidad no me importa.
El problema de mi lógica de extremos polares y oculares es que en el punto medio o algo así están
Mr. Fate y sus ojos verdes que me gustan y enojan tanto, (porque yo era la de los ojos verdes en la relación, fueran cuales fueran los ojos que me reflejaban). Mr. Fate y su inigualable compañía, nuestras risas y canciones, no hay nadie con quien me guste más dormir. Pero los besos son costumbre, y a veces siento que en el momento más inoportuno se parece demasiado a un hermano. No hay diferencias irreconciliables, para casi todo lo que importa, él y yo somos iguales o por demás compatibles... Por ende no hay choque, por ende no hay fuego... si no hay fuego no hay pasión.
Sin pasión, para mí, no hay nada. Y a veces fuera de mis sueños hay pirómanos probados y probables caminando por las calles nuevas y lejanas de mi mundo real, de esos que con una o dos palabras irrespetuosas pueden poner una línea telefónica en llamas, con un fuego tan voraz que amenaza con arder sobre mi fidelidad. Me gusta serle fiel, sentir que puedo... pero me aburro. Por muchas que sean las veces en las que quisiera entenderlo, sigo sin apreciar la utilidad cósmica de la monogamia.
Va en contra de mi naturaleza desastrosa y libre, impulsiva y pasional, de antojos peligrosos, joven e idiota. Y mi naturaleza a su vez va en contra de todo lo que podría ser perfecto e imperturbable si pudiera sentirlo como él me siente a mí, otra vez. Deja vu. Y no se cansa. LPDA muchas veces canta la posta en cuanto a sentimientos tristes y cerveza, pero cuando quieren pisar a un Dios, les sale bastante feo. Mamá nos decía a mi hermana adoptiva y a mí que no cantáramos 'Amor se llama el juego' con tanta sinceridad siendo tan chicas... Pero ya no me duele, no después de que se muriera la mujer de la camilla de al lado. Ya no sé si puede doler por nadie como dolió por vos... Lo que siento, como tantas otras veces, como espero algún día poder dejar de sentir al lado de alguien (aunque ese alguien no seas vos), es un triste y gigantesco 'Y sin embargo..."
Mr. Fate y sus ojos verdes que me gustan y enojan tanto, (porque yo era la de los ojos verdes en la relación, fueran cuales fueran los ojos que me reflejaban). Mr. Fate y su inigualable compañía, nuestras risas y canciones, no hay nadie con quien me guste más dormir. Pero los besos son costumbre, y a veces siento que en el momento más inoportuno se parece demasiado a un hermano. No hay diferencias irreconciliables, para casi todo lo que importa, él y yo somos iguales o por demás compatibles... Por ende no hay choque, por ende no hay fuego... si no hay fuego no hay pasión.
Sin pasión, para mí, no hay nada. Y a veces fuera de mis sueños hay pirómanos probados y probables caminando por las calles nuevas y lejanas de mi mundo real, de esos que con una o dos palabras irrespetuosas pueden poner una línea telefónica en llamas, con un fuego tan voraz que amenaza con arder sobre mi fidelidad. Me gusta serle fiel, sentir que puedo... pero me aburro. Por muchas que sean las veces en las que quisiera entenderlo, sigo sin apreciar la utilidad cósmica de la monogamia.
Va en contra de mi naturaleza desastrosa y libre, impulsiva y pasional, de antojos peligrosos, joven e idiota. Y mi naturaleza a su vez va en contra de todo lo que podría ser perfecto e imperturbable si pudiera sentirlo como él me siente a mí, otra vez. Deja vu. Y no se cansa. LPDA muchas veces canta la posta en cuanto a sentimientos tristes y cerveza, pero cuando quieren pisar a un Dios, les sale bastante feo. Mamá nos decía a mi hermana adoptiva y a mí que no cantáramos 'Amor se llama el juego' con tanta sinceridad siendo tan chicas... Pero ya no me duele, no después de que se muriera la mujer de la camilla de al lado. Ya no sé si puede doler por nadie como dolió por vos... Lo que siento, como tantas otras veces, como espero algún día poder dejar de sentir al lado de alguien (aunque ese alguien no seas vos), es un triste y gigantesco 'Y sin embargo..."
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