viernes, 12 de agosto de 2016

Yo daría hasta mi sueño por ver la farsa fallar... ♪

No venderme es lo que soy. Aunque me duela, aunque venderse sea más fácil. Porque venderse es más fácil. No optar nunca por lo fácil es lo que soy. Odiar la hipocresía, odiar a los mediocres, negarme a respetarlos. Esforzarme es lo que soy, estoy hecha de la más pura autoexigencia. Pero cuando vale, ¿sabés? Cuando la valoran, cuando me merecen. Pasé demasiado tiempo de mi vida perdiendo tiempo y ganas en gente e instituciones que nunca lo valoraban. No quiero volver a eso. Si de algo estoy segura es de que no quiero volver a eso. No dudes entonces, si lo sabés, no vuelvas a eso. Si lo sabés, entonces, no te quedes en eso. Andate, correte a un costado, peleá contra vos. Porque dejar de exigirme me cuesta aún cuando nadie lo merece. Aunque no valga la pena, por mucho tiempo, yo doy igual. Doy todo siempre, ¿no es eso lo que soy? Dar mucho más de lo que es estrictamente necesario. Pero desde mí, no precisamente desde lo que me piden. No cambio por nadie, ser real es lo que soy. La verdad como valor más absoluto. Verdad. Belleza. Arte. Amor. ¿En ese orden? No sé. Tal vez todos juntos, lo que soy. Lo que quiero ser. Quiero ser mi promedio, porque lo merezco, porque es la prueba que no le importa a nadie de que yo soy yo. No quiero ser la alumna ideal de la gente que triunfó sin merecerlo. Soy alumna ideal de mis maestros, de los que trabajaron siempre, de los apasionados que siempre lo dan todo aún cuando casi nunca reciben nada. De ellos sí, puedo aceptar la crítica siempre. Cuando mi profesora de danza me grita "¡HORRIBLE, eso fue un horror, andá y hacelo de nuevo!", yo sé que fue horrible, yo sé que fue un horror, yo voy y lo hago de nuevo. Y de nuevo, y otra vez, hasta que salga, hasta que ella como yo crea que sale. Cuando ella me pregunta si me molesta no bailar en una coreo en la que prefiere poner a otra gente, le digo que está bien. Porque sé que hay algo que me falta para merecer ese lugar, y de la misma forma puedo estar segura de que me lo gané cuando me dice que voy a ser una de las únicas tres solistas, que voy a abrir la coreo yo. Cuando me dice que bailé hermoso, increíble, sé que se refiere a mí. Cuando ella me ve soy yo, y bailé horrible, o bailé hermoso, pero siendo yo. Y cuando mis profesores de dibujo -los de verdad, los que saben, los que enseñan- me dicen que lo pude haber hecho mejor, sé que tienen razón. Sé que no di todo, y me avergüenza, y entonces doy más. Dar todo es lo que soy. Pero cuando vale, ¿sabés?. No quiero quedarme acá. No quiero que mi nota diga que no di todo cuando sé que lo hice, porque lo único que no di es la venta de mi esencia. La verdad ante todo, ¿sabés?, la mediocridad nunca. ¿Y soy feliz así? No. Casi nunca al menos. Casi siempre estoy enferma. Pero las veces, las pocas  veces en las que ser así me lleva a ser feliz... es esa la felicidad que hace girar al mundo, el único tipo de alegría que lo mantiene en su eje y resistiendo. Perdón, es que me muero por verte cada jueves, tal vez eso es lo que me mantuvo tanto tiempo acá. Perdón, pero no puedo resistir por vos, ni por nadie, o lo hago por mí o no lo hago, y así con todo. Y no quiero seguir haciendo esto. No voy a seguir haciendo esto. No me pidas que siga. Tratá de no convencerme, por favor, a veces creo que podrías convencerme de cualquier cosa. Sólo te gusto porque no lográs convencerme. Me gustás, Yang, pero te gusto porque sigo siendo Yin.

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